Hoy en Tangiblefun vamos a compartir con nuestros lectores algunos lugares insólitos e inspiradores donde los libros y la lectura son protagonistas. Hablamos de bibliotecas públicas muy originales.
En un vagón de los trenes intercity que conectan Ámsterdam con el resto de ciudades de los Países Bajos, mientras escuchas el sonido de la marcha del tren que se abre camino entre paisajes de tulipanes y molinos, encontramos en cada una de las mesas al menos un libro recomendado por el propio personal ferroviario. En este especial vagón decorado como las bibliotecas, reina el silencio para disfrutar de la lectura de un buen libro y donde por supuesto está permitido el intercambio de cuentos entre viajeros.
No es sin duda la única iniciativa holandesa que los representantes de las bibliotecas públicas han impulsado. De hecho, el aeropuerto de Schipol en Ámsterdam ha sido el primero en Europa en poner en marcha una biblioteca pública para los pasajeros de los vuelos internacionales, donde también la música y la fotografía tienen su especial rincón de diseño. Justamente en estos días, la biblioteca del aeropuerto está cerrada por reformas… ; esperamos pronto su reapertura y tal vez algunas nuevas sorpresas que sin duda os contaremos. 🙂 😉
Pero no solo encontramos bibliotecas en aeropuertos y trenes, hoy en día con las nuevas tecnologías digitales podemos encontrar bibliotecas incluso en las paredes del metro! Éste es el caso de la estación Victoria del metro de Bucarest, Rumanía. Un proyecto promocional y muy real de Vodafone, en colaboración con la editorial Humanitas. En esta estación, los pasajeros del metro tienen a disposición una biblioteca digital donde se pueden descargar gratuitamente muestras de ebooks y audiolibros. Simplemente escaneando con sus móviles o tablets los códigos QR visibles en los lomos de los libros pintados en la paredes se puede empezar a leer un libro en cualquier momento.
Mirar este video, un desafío creativo para los diseñadores de interiores 😀
Otra interesante iniciativa de espacios para la lectura compartida, creativa y sin ánimo de lucro la encontramos en Estados Unidos y se conoce con el nombre inglés de las Little free libraries. La idea surgió en 2009 cuando Todd Bol y Rick Brooks, de Hudson y Madison, Wisconsin, pensaban cómo fomentar la lectura en aquellas pequeñas localidades alejadas de la ciudad. Como en un buzón de correo público, en estas adorables casitas contenedoras de libros se pueden dejar, recoger libros y montar alrededor estupendos momentos improvisados de lectura compartida.
Y hablando siempre de bibliotecas públicas poco tradicionales que tienen como objetivo hacer que los libros sean más accesibles que nunca, mostramos estos dos ejemplos muy peculiares extraídos del libro Improbable Libraries, de Alex Johnson.
Y para terminar, otro ejemplo de biblioteca pública muy especial. En este caso, tanto su arquitectura como sus objetivos solidarios son parte de un proyecto mucho más amplio y complejo donde los usuarios finales se involucran también activamente en el proceso de construcción.
Se trata de la biblioteca de Muyinga, un espacio vinculado a una escuela inclusiva, una infraestructura pública, donde los libros son las herramientas de integración para niños sordos con el resto de la comunidad.
Esta biblioteca es un proyecto de arquitectura comunitaria, que ha sido llevado a cabo por el equipo BC architects en Burundy, África en la comunidad de Muyinga.Un saludo desde Tangiblefun, os esperamos pronto con otras historias que contar 😉 🙂